lunes, 2 de noviembre de 2009

DOMINIO

Serna Meza Viridiana
1MM1

“La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria, el hombre por si mismo es muy capaz de cualquier maldad”.Joseph Conrad

Estábamos en plena avenida principal cuando Santiago, mi padre, frenó en seco, por poco y nos estrellamos contra otro auto mucho más lujoso lo cual hubiese implicado una pérdida económica a mi familia, y no es que nuestro auto fuera muy ....de acuerdo era un verdadero cacharro, pero aun así me lleve un gran susto , no por lo que le pudo haber pasado a los autos si no por lo que pudo habernos pasado a mi padre y a mí, a demás de que no estaba entre mis planes quedar echa puré entre 2 autos y menos siendo tan joven.
-¡papá!, ¿qué te ocurre?-hacia un par de días que mi padre estaba actuando un poco extraño.
No respondió.
-¿Me estás oyendo? ¿Qué rayos pasa?- no pensaba conformarme con el silencio como respuesta.
-¡Santiago!-grite, lo tome por los hombros y lo voltee hacia a mi, lo que vi enseguida me dejo helada, tenía la mirada perdida a pesar de que su cuerpo estaba ahí parecía que su mente no, estaba ausente diría yo.
Intente hacer que reaccionara pero todos mis esfuerzos fueron en vano por que el no respondía seguía teniendo la misma expresión en su rostro, los autos de atrás empezaban a sonar las bocinas así que lo cambie al asiento del copiloto, tarea que no resulto ser nada fácil, y yo me senté en el lugar del conductor y conduje hasta casa, con la cabeza llena de ideas y teorías sobre lo que lo podía estar pasando a mi padre.
Al llegar a casa pedí ayuda mi madre y le explique lo que había ocurrido, juntas ayudamos a sacar a Santiago del auto y a meterlo en su cama. Santiago y Teresa llevaban más de veinte años casados y aun se amaban tanto o más de lo que lo habían hecho en sus primeros años, mi padre siempre la miraba con ternura, pero esta vez su mirada ni si quiera se posó en ella…ni en ninguna otra cosa.
Mi madre llamo al Dr. Z. para que viniera a revisar a mi padre, el Dr. Z. era el médico de la compañía donde trabajaba papá B.O., una empresa dedicada al desarrollo de biotecnologías, pero cuya fama no era muy buena, ya que corrían rumores de que hacían experimentos en humanos sin su consentimiento.
Cuando tocaron el timbre supuse que era el doctor así que baje a abrir la puerta y me percaté que en la acera de enfrente se encontraba un Van negra estacionada con dos sujetos abordo cuya actitud se me hiso muy sospechosa ya que parecían estar vigilando mi casa, decidí dejar el asunto para después porque la salud de mi padre era mucho más importante, por lo que guie al doctor a la habitación de mis padres. El Dr. Z. pidió que los dejáramos solos para que pudiera examinar a mi padre, cuando hubo acabado la visita y después de acompañar al doctor hasta la puerta, volví al cuarto para ver como se encontraba mi padre y me asombre al entrar ya que “milagrosamente” se encontraba mucho mejor, fue tanta mi felicidad que corrí a abrazarlo , pasaron unos instantes antes de darme cuenta de que tenía un extraño artefacto insertado en la cabeza con el logo de B.O.
Decidí que lo mejor era ir a dormir y pensar en lo que debía hacer para ayudar a mi padre. Al despertar la mañana siguiente me percate de que ninguno de mis padres se encontraba en casa , lo que me hizo pensar que la salud de mi padre había mejorado, pero aun así estaba dispuesta a ir a los laboratorios de B.O. Salí de casa y las calles parecían estar desiertas, no existía ese ruido de los autos ni el de las risas de los niños jugando en sus jardines, todo estaba sumido en un silencio sepulcral; mientras me iba acercando al edificio de B.O. me invadió una sensación de pánico, una voz dentro de mi gritaba ¡corre Inés, y escóndete!, pero no lo hice, seguí avanzando y de repente me encontraba ahí entre miles de de personas que tenían el mismo extraño artefacto que mi padre, y fue cuando entre toda esa masa de zombies tecnológicos los vi.
-Papá, mamá tiene que irse algo muy extraño está pasando- pero no m hacían caso, estaban al igual que todos sumido en ese estado de ausentismo mental.
Sabía que para poder ayudar a mi padres necesitaba entrar, lo hice a hurtadillas y teniendo la precaución de no ser vista ya que de serlo sería convertida a una más de esos seres no pensantes. Deambule un par de horas entre pasillos, laboratorios y oficinas buscando alguna pista que pudiera ayudar a saber que estaba pasando, hasta que por fin encontré en una oficina que parecía ser de alguien muy importante, y que ahora se era del presidente de la compañía, un sobre que contenía toda la información de un proyecto llamado Dominio, cuyo principal fin era controlar a las personas insertándoles nano circuitos que proporcionaban impulsos eléctricos al cerebro , por lo que los papeles decían el proyecto estaba en fase experimental y el primer sujeto al que se los habían implantado era a Santiago.
Regrese a mi casa con el sobre en manos y dispuesta a volver a todos consientes, pero antes de llegar pude ver nuevamente a la van negra estacionada enfrente de mi casa, como si estuvieran esperándome, así que me escondí y me refugie en el sótano de un edificio abandonado, que es donde todavía después de quince años sigo tratando de encontrar “la cura”, algunas veces salgo y trato de actuar como ellos, los dominados , para no ser descubierta.

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