lunes, 2 de noviembre de 2009

TURRITOPSIS

De: Juan Carlos Ramírez Palacios


El científico más famoso del mundo, el doctor James Stewart inventa un bio-reloj que es capaz de decir la hora exacta de muerte de una persona, el señor Chang, un millonario que se entera que le quedan pocos años de vida financia la investigación más importante del doctor Stewart: buscar la fórmula de la inmotalidad. El tiempo pasa y no obtienen resultados, el señor Chang intentará a toda costa que el doctor Stewart encuentre la cura. Termina secuestrando al hijo del doctor Stewart para ejercer presión sobre él... la historia concluye en una escena de secuestro en las instalaciones de Joule's Laboratories, laboratorio fundado por el doctor Stewart, y no todos saldrán vivos de esto.


Llevaba ya diez años trabajando el doctor James Stewart en su laboratorio buscando su único sueño en la vida: ser inmortal. Hacía ya algunos años que el doctor Stewart había logrado el invento más maravilloso que hasta entonces se había creado: un aparato que era capaz de medir cuanto tiempo le quedaba de vida a una persona.

El doctor Stewart era dueño de Joule’s Laboratories una empresa creada por él mismo con el dinero que había hecho con su más grande invento hasta la fecha, sin embargo toda su fortuna no era suficiente para financiar la investigación más grande que hasta entonces había creado: la búsqueda de la inmortalidad. Hacía más de diez años que el doctor Stewart trabajaba con una especie de medusa, la Tirrutopsis Nutricula, la única en el mundo con la capacidad de revertir a un estado anterior y así ser inmortal. Bajo esto, el doctor Stewart trataba de arrancarle el secreto a esa espectacular criatura.

El empresario Lionel Chang, uno de los hombres más poderosos de la tierra fue uno de los más interesados en el proyecto del doctor Stewart por lo que decidió apoyar sus investigaciones dándole acceso a recursos ilimitados. Cuando el doctor Stewart creó la máquina con la capacidad de decir cuánto tiempo le queda de vida a una persona (bio-relog), el millonario Lionel Chang fue uno de los primeros en comprar el bio-reloj, y quizá el menos entusiasmado en ver que solo tenía once años de vida, así que contactó al doctor Stewart quién le hablo de su próximo proyecto… Lionel Chang no podía permitir que su cuerpo muriera así que aceptó financiar las investigaciones del doctor Stewart.

Sin embargo, el tiempo pasó y el doctor Stewart no pudo encontrar la fórmula de la inmortalidad y cada día que pasaba el señor Chang se preguntaba si lo lograría y cada vez se preocupaba más pues sus minutos estaban contados. Casualmente ambos tenían el mismo tiempo de vida, ambos morirían el mismo día. Por ello, la presión del doctor Stewart era aún mayor pues éste había ansiado desde siempre ser inmortal.

El tiempo pasó y el doctor Stewart no conseguía absolutamente ningún sólo avance y el señor Chang se encontraba desesperado, así que fue a visitar al doctor a su laboratorio.

Era un edificio enorme, como de unos 50 pisos, en la cima del edificio se encontraba una escultura gigantesca de un átomo… El laboratorio del doctor Stewart se encontraba en el último piso, pues los pisos de abajo aunque eran destinados a dichas investigaciones, no eran frecuentes para el doctor pues tenía un ejército de científicos trabajando para él.
— Muy buenos días doctor Stewart, he venido sólo a ver como van las investigaciones…
— Señor Chang, es un gusto saludarle… sin embargo, me apena decir que no hemos logrado obtener el secreto de la medusa…
— Doctor Stewart, supongo que no tengo que recordarle que nos queda sólo un año de vida a ambos…
— Lo sé…
— ¡Y que esta usted esperando entonces!, tenemos ya poco tiempo… le he dado recursos ilimitados por casi diez años… sabe que la NASA ansiaría tener este presupuesto para alguna de sus investigaciones…
— Se que el trabajo no ha rendido frutos pero… creo como podemos avanzar en el proyecto… necesitamos un microscopio electrónico de alta resolución.
— ¿Cómo?
— Si… el que usted nos ha adquirido no es de suficiente resolución para investigar a fondo cada átomo de la medusa… sólo son cien millones más señor Chang.
— Esta bien, sólo espero ver un avance ya…

El señor Chang se encontraba desesperado… pasaron dos semanas más y de nuevo se presentó con el doctor Stewart…
— Doctor, ¿cómo van las investigaciones?, ¿ha usted encontrado algo de utilidad?...
— Lo siento mucho pero no hemos encontrado absolutamente nada.

Al oír esto, es como si clavaran un cuchillo en el estómago del señor Chang. El tenía que hacer algo…

El doctor Stewart aún no conseguía nada en su investigación, y aunque tenía enorme apoyo económico y humano, esto no era suficiente. Probó todo tipo de formas y reacciones, desde las más simple a la más compleja. A veces solía pensar que nunca lograría encontrar la cura y que si no había logrado nada en diez años no lo haría a tiempo para conseguir la cura, a pesar de ello, sabía que su existencia había sido productiva, y que dejaría descendencia, pues tenía un hijo, Raymond quien había sacado los dotes de su padre, a pesar de ser un poco flojo.

Ya solo quedaban diez meses para el día final; una mañana, Lisa, su esposa llevaba a Raymond al colegio… al dejarlo, se despidió de él y de pronto fue víctima de una violenta explosión, su auto ardió en llamas. Raymond estaba cerca del auto así que sufrió daños en todo el cuerpo, sin embargo, su madre no corrió con la misma suerte, sus huesos quedaron hechos cenizas.

La policía fue a informar al doctor Stewart del acontecimiento.
— Doctor, lamentamos informarle que su esposa y su hijo han sido víctimas de una explosión en su auto cuando la señora dejaba a su hijo en la escuela.
— ¿Qué? ¿Y cómo están ellos? ¡dígame!
— Lamentablemente su esposa falleció, pero su hijo sigue con vida, está en el hospital pero estará bien.
— Mi esposa, Lisa… ¡No!, ¿dios por qué me haces esto?

El señor Chang se presentó en el entierro de la señora Lisa, y dio su pésame al doctor Stewart.
— Señor Chang, necesito que me ayude a saber quien mató a mi mujer…
— ¿Cómo?, a qué se refiere, ¿dice que esto fue un atentado?
— La policía no encontró evidencia de bomba, pero dicen que es muy sospechoso todo esto, además piénselo… los autos no explotan sólo porque sí, estoy seguro que alguien está detrás de todo esto…
— En ese caso, cuente con todo mi apoyo doctor… moveré todas mis influencias para averiguar quien ha sido el autor de su desgracia.

El doctor Stewart se volvió un hombre solitario y frío a quien sólo le interesaba encontrar la cura, pues de ese modo cosas como esta no volverían a ocurrir. Se encerraba en su laboratorio las veinticuatro horas del día, casi no tenía contacto con sus colegas y empleados, ni siquiera con su hijo. Pronto la investigación rindió un fruto, uno de los ratones de prueba había cambiado su tiempo de vida medido por el bio-reloj en casi un 50%, eso era algo impresionante pues el margen de error de dichos instrumentos era de solo unos minutos. El doctor Stewart se apresuró a notificarle al señor Chang de tal suceso, quien inmediatamente acudió a su llamado…
— Es impresionante doctor… veo que vamos en progreso… quizá después de todo logremos vencer a la muerte… ¡es increíble!...
— Si lo sé… pero la prueba en humanos llevará meses…
— ¿Cómo?, ¿meses?, no tenemos meses doctor…
— Son las leyes de seguridad de derechos humanos.
— Arreglaré que se haga en dos semanas…
— Pero, señor, violaría las leyes…
— No se preocupe doctor, yo soy la policía.

Y tal y como lo había dicho el señor Chang, dos semanas más tarde había luz verde para hacer la primera prueba en humanos y ver si se daban los mismos resultados. A pesar de la negativa del doctor Stewart de experimentar con humanos sin antes estar seguro que se era seguro administrar la dosis, terminó aceptando, pues no podía permitir que muriera más gente en el mundo.

El día de la prueba llegó, todo el edificio se reunió en la planta baja, era un lugar enorme con instalaciones costosas. Los colegas y empleados científicos se reunieron para ver lo que ocurría…

El paciente a quien se le administraría la dosis fue contratado por el señor Chang para participar como conejillo de indias, le había prometido darle diez millones de dólares si aceptaba participar en el experimento, había sido elegido por él pues era un hombre ideal, nunca había fumado, ni tomado alcohol, practicaba deporte, edad promedio…

El doctor Stewart no podía creer lo que estaba haciendo, arriesgando la vida de una persona para conseguir sus objetivos, sin embargo constantemente se repetía a sí mismo, “esto lo hago por el bien de la humanidad”.
— Tranquilícese doctor, usted no será quien le inyecte el antídoto… verá, estuve consultándolo con los abogados y no es ilegal si es él mismo quien aplica la dosis…
— Está bien…

El paciente inyectó una jeringa en su vena femoral con un líquido verde fluorescente… pasaron dos minutos y no había habido ninguna reacción en el paciente, tal vez las cosas habían fracasado. Pero de pronto, el bio-reloj del paciente indicaba treinta años más de los que le quedaban. Los ojos del señor Chang se llenaron de lágrimas de alegría por saber que viviría otros treinta años más… pero repentinamente, y tal y como lo había temido el doctor Stewart, el paciente comenzó a tener complicaciones su corazón palpitaba como si fuera a salírsele del pecho… la máquina indicaba mil latidos por minuto, luego dos mil, de pronto, el paciente murió. No había nada por hacer, en la resonancia se podía apreciar el daño que su corazón había recibido, estaba hecho pedazos.
— ¿Qué pasa doctor?...
— No lo sé, las reacciones son diferentes en humanos…

La cara del señor Chang se había tornado pálida, como si la muerte de ese desconocido había sido la propia… Ya no quedaba mucho tiempo, sería casi imposible lograrlo…

Los meses pasaron y de nuevo la investigación se había estancado… el doctor Stewart se había resignado a la muerte, ahora pasaba más tiempo con su hijo y menos en el laboratorio, a lo que el señor Chang recelaba pues ese tiempo podía estarlo aprovechando para encontrar la cura.

Ya sólo quedaban tres meses para el día final, así que el señor Chang se decidió a tomar medidas más drásticas: llevarse a Raymond. Cuando el doctor Stewart se enteró que el señor Chang tenía a su hijo se dispuso a hablar con él:
— Doctor Stewart, véalo de esta forma, ahora tendrá más tiempo para dedicárselo a la investigación.
— Usted es un maldito, como se atreve a secuestrar a mi hijo…
— ¿Secuestrar?, ¿no cree que es una palabra muy fuerte doctor?, yo más bien lo llamaría traer por la fuerza…
— Llamaré a la policía…
— Hágalo… como le dije antes yo soy la policía. Además si usted hace esa llamada verá su mundo destruido, haré que clausuren Joule’s Laboratories.
— Usted no haría eso, me necesita, tenemos los días contados…
— Claro que no, pero si no hay más remedio y si usted no consigue nada, no me interesa tenerlo… Véalo de esta forma, es un favor para ambos, tanto usted como para mi. Además su hijo, Raymond, estará a salvo… le aseguro que donde se encuentra ahora es un lugar con todos los lujos y comodidades a las que está acostumbrado.
— Esta bien… pero sólo le advierto una cosa, si usted toca a mi hijo, le aseguró que no morirá en tres meses, ¡yo mismo lo asesinaré!...

El doctor Stewart pasaba los días y noches enteras trabajando con la medusa, a una semana del día final encontró algo impresionante, ahora el bio-reloj marcaba en uno de sus ratones una cifra indefinida de vida… al fin había encontrado la fórmula de la inmortalidad… inmediatamente llamó a todo el equipo de trabajo de quienes solicitó toda la información acerca de qué se le había hecho a ese ratón.

Horas más tarde el doctor Stewart tenía todo el expediente del ratón, cada sustancia que se le había inyectado, hasta que alimento se le había dado cada día. Se encerró en su oficina y se puso a analizar todos los datos cuidando no omitir ningún sólo detalle.

Inmediatamente llamó al señor Chang para informarle lo que había pasado, que ya tenían la cura, que el ratón había sido convertido en un ser inmortal, y desde luego exigirle ver a su hijo…

El señor Chang volvió a colocar todas sus esperanzas en este nuevo hallazgo e inmediatamente subió a su avión para viajar medio planeta y encontrarse con el doctor Stewart.

Al llegar no podía creer que al fin había encontrado la fórmula, que no moriría… sin embargo, esta vez el doctor Stewart, se aseguró de que primero se hicieran pruebas en ratones y ranas antes que en humanos. Todo los resultados parecían apuntar a que esta vez habían encontrado la cura.

Al día siguiente, el señor Chang se presentó con el doctor Stewart y le informó que ese mismo día harían la prueba con humanos; el doctor Stewart inmediatamente dijo que la única forma que esto pasara es que trajera a su hijo ahora. El señor Chang aceptó la petición del doctor, hizo una llamada y Raymond estaba en el laboratorio en menos de media hora.

De nuevo tenía otro candidato a quien también le había pagado por hacer esto; sin embargo, y después del último suceso no fue nada fácil encontrar un candidato, pues aunque el señor Chang había pagado una fortuna para que no saliera al aire, los rumores se habían esparcido por todo el mundo. En esta ocasión el señor Chango ordenó que se desalojara todo el edificio y que solo permanecieran él, el doctor Stewart y sus cuatro colaboradores más cercanos. Sin embargo, el doctor Stewart dijo al señor Chang que sí este día pasaría a la historia, su familia debería presenciar esto. Así que el señor Chang aceptó que Raymond presenciara como su padre hacía historia…

El paciente colocó en su vena una dosis, esta vez de un líquido más bien color verde azulado, y esperaron por casi una hora hasta que la dosis rindió efecto… el bio-reloj marcaba infinito.

El señor Chang no pudo contener la alegría, pero de nuevo la desgracia apareció, el corazón del paciente empezó a palpitar hasta casi salírsele del pecho y finalmente murió.
— ¿Pero que está pasando? doctor...
— No lo sé…
— ¡Doctor usted se da cuenta que solo nos quedan unas horas de vida!...

El doctor Stewart no sabía que decir, habían fracasado en el intento y unas horas no serían suficientes para tener una respuesta, todo estaba perdido, se había resignado a morir. Sólo le consolaba el hecho de que al menos su hijo estaría cerca de él en sus últimos momentos.

El señor Chang no podía resignarse a morir. Viendo que no había más remedio, ordenó al grupo de colaboradores que aún estaban en las instalaciones, retirarse. Inmediatamente accedió a la computadora central y activo una contraseña, el señor Chang había preparado una clave secreta en caso de emergencia que el daría el control de todo el edificio, esto claro, a espaldas del doctor Stewart.

Inmediatamente ordenó a Melissa, la computadora central que controlaba todo, cerrara las puertas y cualquier vía de comunicación del laboratorio.
— Pero, ¿Qué hace señor Chang?...
— Simplemente es que me he dado cuenta que usted trabaja mejor bajo presión, así que le ayudaré un poco…

El señor Chang estaba totalmente descontrolado, temblaba de miedo al saber que solo tenía unas horas de vida. Sacó un arma y tomó como rehén a Raymond. El señor Chang ordenó que el doctor Stewart siguiera trabajando y encontrara la cura. Mientras ordeno a Melissa abrir una de las puertas para encerrar a Raymond y aguardar a que el doctor encontrara la cura.

Las horas pasaron y el doctor Stewart no tenía idea de cómo encontrar la cura. El reloj del doctor Stewart marcaba que sólo le quedaban unos minutos de vida, así que pidió al señor Chang le permitiese ver a su hijo antes de morir.

Melissa abrió la puerta ante las órdenes del señor Chang, y él en lugar de permitirle a Raymond encontrarse con su padre, lo tomó por el cuello y le apuntó con el arma a la cabeza.
— Doctor Stewart, si usted no encuentra la cura en menos de cinco minutos, su hijo pagará...
— Pero cómo, no puedo hallar algo así en sólo cinco minutos, han sido años de investigación que quiere que concluyan en cinco minutos.
— Así es doctor, si usted no encuentra la cura nadie saldrá vivo de aquí.
Los cinco minutos pasaron y el doctor Stewart no había encontrado nada.
— Bien doctor, creo que el plazo se ha cumplido, nadie saldrá vivo de aquí, su hijo morirá en unos segundos, usted en cuestión de minutos y yo en unas horas. Y pensar que gaste mucho dinero de mi fortuna tratando de encontrar la cura, le di toda clase de recursos para que estudiara a su medusa… le di todo el tiempo y nada resultó…
— Pero es que yo hice todo lo que podía hacer, experimente con toda clase de animales: medusas, ratones, ranas y nada resultó. ¡No se puede jugar a ser dios!
— ¿Y que tienen en común todos esos animales?... Que son más listos que usted…

Al oír esto, todas las neuronas del doctor Stewart empezaron a trabajar al máximo, de pronto una idea se le vino ala cabeza… ¿Qué tienen en común todos esos animales?, la respuesta era una enzima que los animales nunca habían desarrollado en el proceso evolutivo y que tenía efectos sobre el cerebro y sobre los latidos cardíacos en humanos… El señor Chang al oír eso volvió a encerrar a Raymond y esperó a que el doctor Stewart terminara su deducción.
— Lo he encontrado, la diferencia entre humanos y animales es la enzima que ya he mencionado… cuando inyectamos en ratones y ranas la cura, estos no poseían la enzima que nosotros desarrollamos en algún momento en la historia... el bio-reloj estaba diseñado para decirnos cuántos latidos dará un organismo antes de morir, y con esa información en bio-reloj estimaba el tiempo de vida… La diferencia es que en los animales no se afectaba el ritmo cardíaco, pero en humanos debido a la presencia de la enzima T-4 estos latidos se consumían en el mismo lapso de tiempo que teníamos para morir, es decir, se elevaban exponencialmente hasta llevar al paciente a la muerte.
— ¿Y cree que pueda hacer algo en el tiempo que nos queda?
— Eso es fácil, una de mis primeras investigaciones fue la enzima T-4, de hecho fui yo quien la descubrió. También investigue la forma de suprimirla, es muy sencillo…

El señor Chang sintió de nuevo un alivio. Unos minutos más tarde, el doctor Stewart tenía en su mano un frasco con el complejo antienzimático…

El señor Chang pidió al doctor Stewart que le diera el frasco con la jeringa, pero el doctor le ordenó que primero liberara a su hijo, a lo que el señor Chang accedió.

Pero este no tenía planeado devolverle a su hijo, sino lo había sacado para inyectarle a él primero la vacuna…
— No, por favor señor Chang… si quiere pruebe conmigo… —imploraba el doctor Stewart—
— Es mejor hacerlo con Raymond, él es el candidato perfecto…

El señor Chang inyectó la vacuna en Raymond… unos angustiosos minutos pasaron y finalmente, el bio-reloj marcaba infinito, pero esta vez había funcionado, no había complicaciones, al fin se había descubierto la fórmula más buscada de la humanidad: la fórmula de la inmortalidad.

El señor Chang procedió inmediatamente a inyectarse la dosis y de igual forma funcionó. Le quedaban menos de tres minutos de vida al doctor Stewart, el señor Chang en lugar de darle la dosis al doctor, se guardó el frasco y ordenó a Melissa que lo dejara salir… El doctor Stewart no podía permitir que un monstruo como él saliera a la calle, así que lo tomó de un pie, pues el doctor Stewart ya sentía sus agonizantes segundos de vida… El señor Chang disparó a sangre fría contra el doctor Stewart.
— No puedo permitir que nadie pase encima de mi, ¡seré un dios entre mortales!, ¡viviré por siempre!...

El doctor Stewart había ya agotado su tiempo de vida… logró decir unas últimas palabras antes de morir: yo, la mente más brillante del mundo, el doctor James Stewart, he perdido la batalla, moriré después de todo, y la gente olvidará mi nombre en solo unos milenios, moriré en cuerpo y alma —y dirigiéndose a su hijo— hijo, jamás cometas el mismo error, pase una vida entera tratando de ser inmortal y se me terminó, he muerto ya pero aún me queda el consuelo de haber dejado algo útil en este mundo, y no hablo de todos mis inventos y descubrimientos, sino de ti, hijo. El doctor Stewart murió.

Los ojos de Raymond estaban llenos de lágrimas y rabia por ese maldito quien le había arrebatado al único familiar que le quedaba, así que antes que este lograra escapar, Raymond pudo golpearlo con un instrumento del laboratorio. El señor Chang cayó al suelo. Raymond se acercó para ver si ya se encontraba muerto, lo hizo muy cuidadosamente y… de pronto el señor Chang sacó un arma de repuesto y disparó contra Raymond, hiriéndolo gravemente en el hombro.
— Sabes, cuando me propuse una de mis más grandes metas llegó a haber momentos en los cuales creí que jampas lo conseguiría… hice todo lo necesario para lograrlo, incluso mande a matarte a ti y a tu madre poniendo una bomba en el auto en el que viajaban, fue un fatal error que la bomba detonara unos segundos después de lo planeado…
— ¡Eres un desgraciado!
— No lo creo… deberías culpar a tu padre, él fue quien inventó este tipo de bombas, totalmente indetectables… como te decía, ahora seré un dios, no tendré límites, dominaré el mundo entero… es una lástima que tengas que morir, pero no puedo permitir que haya otro humano que sea inmortal, seré el único, no puede haber dos dioses, lo siento, pero te asesinaré…

Al decir esto, el señor Chang tiró del gatillo dándole justo en el corazón. Se dio la vuelta y miró hacia el infinito a través de la ventana, extendió sus manos y grito a los cuatro vientos: ¡dios ha muerto, yo soy dios!.

Pero al parecer había un pequeño problema, Raymond seguía con vida, tal vez fue un efecto de la cura o sólo corrió con suerte. Se levantó con todas las fuerzas que le quedaban y empujo al señor Chang a través de la ventana, quien cayó como un pedazo de roca por casi doscientos metros, el señor Chang entendió que había perdido, no grito ni dijo nada, solo una cara de profunda tristeza y aceptación cayó al vacío. Raymod terminó diciendo:
— No, tu serás olvidado…

Juan Carlos Ramírez Palacios

2 comentarios:

  1. bueno lo prometido deudad
    jajjaj
    no es sierto
    ya saves aki toy como te dije
    esta padre es como si solo fuera un cuento
    aunke en realidad creo ke fue verda
    bueno ojala y el si hubiese descubierto la inmortalidad
    asi yo no moriria nunca jeje pero si creo ke el a sido recordado x muchas decadas y no como dijo el x poco tiempo

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  2. a se me olvida feliscidadezz juan carlos ya saves aki estare para lo ke kieras ok a y portate vien
    de mi jajajaj parate ke estes vein
    ok
    cuidate t.k.m

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